Entre aquella generación de los
setenta, apareció un joven rebelde llamado Steven Spielberg, quien cambiaría
para siempre el consumo del cine con Jaws, el primer
blockbuster de la historia.
Este año se cumplen 50 años del
estreno de esa obra maestra que no solo sembró miedo en las salas, sino también
fuera de ellas.
Al ser una historia que ya ha sido contada centenares de veces, la
grabación de Jaws
pasa de tener ese misticismo inevitable a convertirse en una anécdota más
dentro de una producción salvaje. Combatir contra eso fue el principal desafío
del filme de Bouzereau. Su salvación llegó en forma de una palabra muy
utilizada en la actualidad: la nostalgia, que es, muchas veces, el hilo que
sostiene lo que proponen.
De igual forma, la película de Spielberg es una de las más queridas de la
historia. Un fenómeno inigualable que cumple 50 años… y al que solo le ofrecen
una tajada de torta.
Lo
primordialmente bueno que tiene la cinta es su ritmo de montaje, tan feroz como
el propio depredador. La preservación de imágenes constituye un salvavidas que
beneficia al espectador, ya que genera entretenimiento y entendimiento del
proceso de una mega producción. Lo inédito se encuentra en esos pequeños clips o
fotografías que transmiten tanto, a pesar de haber pasado ya cinco décadas
desde que ocurrieron.
Al inicio hablaba de la relevancia de las películas del Nuevo Hollywood para los cineastas actuales. Esto pudo haberse explotado muchísimo más con las conversaciones de los invitados, que van desde James Cameron hasta J.J. Abrams.
A pesar del recurso desaprovechado, me pareció simpático que dejaran una
declaración de Jordan Peele sobre el uso de una camiseta con la imagen de Jaws
en una de sus películas, específicamente Us.
El producto entregado no es malo; simplemente no está a la altura
de una celebración de ese calibre. Si se hubiera estrenado años atrás, habría
sido una película con mejor apariencia que la que tiene ahora, porque la
justificación del material inédito no es suficiente para sostener un filme de
hora y media, por más esmero que haya en presentar un metraje de buena calidad.
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